Nada hay sustancialmente sagrado. Nada hacia lo que dirija el hombre su mirada lo es, ni siquiera sus semejantes. No lo son las piedras. Sin embargo Antonio Colinas escribe: “El rumor nocturno de la mar en las guijas sagradas de la orilla”. Lo sagrado es una atribución que nace del más profundo respeto por algo, esencialmente por la propia vida; es una forma de relación que establece la voluntad humana. Lo sagrado erigido y destruido por esa misma voluntad, según el orden que pretenda imponer sobre su entorno. Como forma de atribución, lo sagrado se traslada en la palabra, y así trasciende su significado. Es poesía.