– El concepto de «razón poética», ¿qué virtualidad puede tener en un mundo atenazado por un concepto instrumental de la razón? ¿Qué forma de conocimiento nos proporciona la poesía que la haga digna de ser preservada?
El concepto “razón poética” se inserta en una línea de reivindicación de determinados ámbitos de conocimiento que habían sido preteridos por una razón técnica o positivista (podemos encontrar este impulso en Cassirer o Bergson). Esta línea parte de un hecho: la razón técnica no responde a las grandes preguntas del ser humano (el mal, la muerte, el dolor). Hay también racionalidad en la intuición, el símbolo, el mito, el pensamiento analógico. No se trata de excluir el otro polo, sino de reconocer (en terminología de Lluis Duch) que el hombre es un ser logo-mítico. La poesía puede penetrar en determinados espacios de lo afectivo, de lo inconsciente o de lo invisible mediante el símbolo o la imagen, acercándonos así a lo que no conocemos.
– Usted, además de investigador y docente, también practica la escritura poética. Háblenos de su experiencia bifronte: ¿cómo articula creación y reflexión, de qué modo se alimentan entre ellas?
Ambas se alimentan, pues la poesía es una forma de conocimiento. La propia práctica poética es un espacio donde se produce un saber al que no se puede llegar por otra vía. No escribo con una respuesta dada de antemano, sino que en el poema está la respuesta. Determinados hallazgos que vienen en la escritura abren campos en la investigación. Y, por otro lado, la lectura y el estudio proporcionan preguntas, soluciones (técnicas) o posibilidades para la escritura.
(Fragmento de la entrevista en la revista digital Culturamas)